Justo Vasco

Menos mal...

Que un presidente de gobierno, que se juega la reelección, no pretenda ganar votos enviando a los jóvenes de su país a una guerra que nadie ha logrado todavía justificar, es alentador.

Publicado originalmente el 25 septiembre de 2002

Menos mal que, al menos en Alemania, la coalición de centro izquierda obtuvo la mayoría absoluta en el parlamento, y el gobierno no parece que vaya a cambiar de color. No es que haya una enorme diferencia entre gobiernos de izquierda y derecha en el poder en la Europa rica de hoy, y nadie con dos dedos de frente se dispone a proponer un cambio de sistema, por las buenas o por las malas. Ya son historia antigua los días en que, según dice el gran poeta peruano Antonio Cisneros, “las damas temieron algo más que una mano en las nalgas”, mientras el fantasma de Marx, ese viejo aguafiestas, daba cortos y pertinaces paseos por los salones de principios del siglo XX.

Pero es que encontrarse de repente con un gobierno europeo de un país verdaderamente importante que osa tener una opinión propia sobre un tema tan importante para el gobierno norteamericano como la próxima repartición a las malas del pastel petrolero iraquí, da cierto alivio. Que un presidente de gobierno, que se juega la reelección, no pretenda ganar votos enviando a los jóvenes de su país a una guerra que nadie ha logrado todavía justificar, es alentador. Y que su posición contraria al coro de mascotas que jadean ansiosas cuando el emperador levanta un dedo en Washington contribuya a conseguirle votos, es alentador. Quiere decir que todavía no somos tan tontos como pretenden hacernos.

Y menos mal que los reelectos son los mismos que lograron derogar la primacía de la sangre a la hora de otorgar la nacionalidad alemana a una persona de otro origen que reside en el país. Cuántas idioteces de todo tipo, a veces sólo ridículas, a veces criminales y genocidas, han llevado a cabo los seres humanos a partir de la primacía de la sangre. Y que el pueblo alemán apoye a Schroeder y Fischer después de cuatro años de gobierno y unos cuantos tropezones, mas o menos graves, en el campo económico, también alegra.

Y moviéndonos más hacia temas domésticos, menos mal que todavía la mención del nombre de Francisco Franco provoca náuseas a buena parte de la población adulta. Esta vez, se trata de la fundación que lleva el nombre del general sangriento  -aquel militarote atrabiliario, conocido al otro lado del Atlántico como “el enano de El Ferrol”-, y que, además de mantener secuestrados innumerables documentos de gran importancia para la historia de España, con el beneplácito callado o jubiloso de los gobiernos de la democracia, se ocupa de temas “científicos” tales como la “legitimidad del alzamiento nacional”. Y dado que el gobierno de Madrid aguza su proverbial sensibilidad y comprensión cuando del general Franco se trata, menos mal que aún hay quien recuerda al gran poeta Juan Ramón Jiménez, cuya herencia documental -conservada por la fundación que lleva su nombre y que no resultó agraciada en el reparto de subvenciones-, tendrá que esperar a que el presidente del gobierno, en unas próximas vacaciones, decida leer la poesía del inmortal hijo de Moguer y haga un gesto benévolo dirigido a los cuidadores del arca pública.

Y menos mal que dentro de las filas de Izquierda Unida vuelven a oírse voces que se distancian firme y decididamente del nacionalismo clerical y fantasioso que con tanto celo apuntala Ezker Batua, vendiéndose como el “ala roja” del gobierno de Vitoria. Después de haber nacido en una familia comunista y de haberme educado durante años gracias al oro de Moscú, me entero ahora de que una visión del mundo inspirada por Sabino Arana -a quien Goebbels y Alfred Rosenberg le habrían envidiado su racismo, raigal e impenetrable- puede tener un “ala roja”. Bueno, será algo así como la “fracción leninista” del PP. Cosas veredes, mio Cid… Menos mal que la dirección nacional de IU ha exigido cordura y coherencia. Porque, de otro modo, quien verdaderamente quedaría herida de muerte por todo el vendaval en torno a los ayudantes políticos del terrorismo, sería esa formación, el único grupo político de España donde las posiciones y el pensamiento de izquierda no se someten al posibilismo castrante que tanto ha hecho para que a veces resulte muy difícil distinguir al PSOE del PP.

Menos mal que todavía, en estos ámbitos y en muchos otros, se perciben señales de vida inteligente.