Justo Vasco

Las mil caras del crimen

No hay libros imprescindibles, sólo útiles, inteligentes, clarificadores, profundos.

Publicado originalmente el 11 de febrero de 2002

El incremento de la criminalidad en España durante el último lustro es uno de los temas actuales de debate. Un veinte por ciento más de delitos es suficiente para poner el tema de la inseguridad ciudadana en el centro de las preocupaciones de los españoles.

En Asturias, por el contrario, se registra una disminución apreciable de la actividad delictiva. A pesar del paro. A pesar de que, como en el resto del país, cada vez hay menos policías, se jubilan más de los que ingresan. Y cada vez son más viejos. A pesar de que vienen más turistas. A pesar del botellón.

Las causas de esta situación a nivel nacional son diversas y variopintas, aunque algunos, tanto en la administración central como en órganos de prensa afines, intenten echarle la culpa a la inmigración. Son escasísimos los inmigrantes que votan, y al culpabilizarlos en bloque se cumplen dos principios del pragmatismo político moderno: no se ofende a posibles votantes, y a la población se le entrega un culpable más o menos indefenso. Ciudadanos, ahí viene el coco. Y si ese coco habla raro, es de otra raza o su hija se cubre con un pañuelo, mejor aún. Así da más miedo.

De todos modos, el primer paso para intentar la solución de un problema es entenderlo. Sobre todo cuando se trata de este tipo de problemas, que afectan a todo el conglomerado humano que habita en una nación. A la comprensión del fenómeno delictivo, compuesto por tantas facetas diversas, contribuyen múltiples elementos, que van desde la formación en el hogar y en la escuela hasta la investigación científica y el análisis multidisciplinario.

Los medios de comunicación y las artes desempeñan aquí un papel de primera importancia. El hecho delictivo en sí y sus protagonistas –los criminales, las víctimas, la policía, los jueces-, son su material de trabajo fundamental. Y, por supuesto, las valoraciones de un buen artículo de investigación, o de un libro ameno y bien escrito, centrado en estos temas, llega con más facilidad a un amplio público que los resultados de una conferencia científica.

Dos libros han aparecido en las últimas semanas que cumplen con creces este objetivo: Así son, así matan, de los periodistas Manuel Marlasca (madrileño) y Luis Rendueles (gijonés), publicado por Temas de Hoy, y Atracadores, del también periodista Carles Quílez, editado por Cossetània Edicions. Su lectura nos pondrá en contacto, en el primer caso, con los asesinos que han ocupado las primeras planas de diarios y telediarios en los últimos diez años, y en el segundo, con las principales bandas de atracadores que han actuado en Barcelona durante el último cuarto de siglo.

Una cosa en común tienen ambos libros: su cuidadosa documentación, la cantidad de datos que aportan, el análisis detallado de hechos probados y de versiones, aún por confirmar. Y su excelente nivel literario. Ambas obras están escritas con soltura, tomando en consideración la necesidad de comunicar, de llevar a la mente y el corazón del lector situaciones, hechos y opiniones. Sí, opiniones, porque los autores no temen poner el dedo en la llaga y señalar un amplio abanico de problemas sociales, jurídicos, policiales y penitenciarios. No se limitan a ser cronistas del lado oscuro de la sociedad, se atreven a mostrar lo que no funciona, echando abajo dogmas políticamente correctos y fábulas del marketing mediático, ejemplificando con casos y personajes.

No sorprende entonces que ambos libros hayan sido prologados por personalidades de indiscutible solvencia intelectual. En Así son, así matan, el joven y laureado novelista Lorenzo Silva introduce al lector en los propósitos de los autores y valora los logros de este tomo, que en unas 400 páginas relata 21 hechos de sangre acaecidos en los últimos diez años. Y el prólogo de Atracadores, un libro que echa por tierra los recurrentes mitos cinematográficos sobre los atracos bancarios, está firmado por Guillem Vidal Andreu, magistrado de larga trayectoria en Barcelona.

No creo en eso de los “libros imprescindibles para…”. No hay libros imprescindibles, sólo útiles, inteligentes, clarificadores, profundos. Me permito recomendarles estos dos, que lo son.