Justo Vasco

Justo por Daniel Mordzinski

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Cuando abres la página web del fotógrafo Daniel Mordzinski te encuentras el siguiente mensaje, fechado el 29 de marzo:

A través de este texto quiero agradecer a todos los escritores, editores,agentes, traductores, amigos, colegas y simples lectores (categorías a menudo compatibles) el apoyo tan conmovedor con que me han arropado desde que estalló el episodio de la destrucción de mis archivos por el diario Le Monde. He recibido la solidaridad, sincera y apasionada, de miles y miles de personas de todo el mundo en forma de artículos, abrazos, correos,manifiestos, firmas y hasta flores y quiero reiterar las gracias a todos y cada uno de ellos por lo que interpreto como una defensa coral y unánime del derecho a la creación y a la libertad intelectual.

¿Cómo?

¿Perdón?

¿Destrucción de los archivos de uno de los mejores fotógrafos del mundo, cuyos retratos son de esos que consiguen inmortalizar el alma de la persona fotografiada? ¿Es posible que un diario tan supuestamente serio como Le Monde haya cometido semejante tropelía, sea por acción u omisión del deber de custodia?

Cuando creíamos que en el siglo XXI todo era infinito, interminable y para siempre; cuando creíamos que, en la Nube, todo era eterno… nos despertamos en mitad de una pesadilla que, sin embargo, era aterradoramente real: la desaparición de parte de los fondos artísticos de uno de los grandes talentos de la fotografía contemporánea.

Nada menos que 27 años de trabajo perdidos, fundidos, destruidos, aniquilados.

Allí estaban los ojos de Borges, la gorra de Neruda o la barba de Cortázar, junto a cientos de retratos de escritores de todo el mundo. El archivo de Mordzinski era, además de un monumento a la fotografía, un contenedor de almas. Porque, a través de su mirada, utilizando la lente de su cámara, Daniel captaba la esencia de las personas.

Todos hemos oído alguna vez que determinados colectivos odian ser fotografiados porque están convencidos de que, así, les roban su alma. Daniel, por el contrario, conseguía era engrandecerla. Al despojarla de cualquier artificio o aditamento, al desnudarla, lo que hacía era encumbrarla y elevarla hasta las cotas más altas del arte fotográfico.

Estas imágenes de Justo Vasco, salvadas del naufragio que ha supuesto el desatino de Le Monde, gracias al disco duro de un ordenador generoso; son el mejor tributo que podemos hacer a Daniel Mordzinski, al que no podemos sino agradecer que nos haya dejado, ahora ya sí, para siempre y para la posteridad, la imagen, la personalidad y la fuerza arrebatadora de la figura de Justo Vasco.

¡Salud, compañero!

Y gracias.

Y ánimo. Mucho ánimo.

Jesus Lens.