Justo Vasco

Enemigos

Últimamente me caen bien. Con eso del nuevo talante y la cara de niño bueno de Zapatero como que me estaban bajando las defensas. Pero desde que Rajoy estrena maneras de machote, soltando insultos cada vez que le ponen un micrófono delante, vuelvo a sentirme alegre.

Enemigos

Publicado originalmente el 8 de noviembre de 2004

A los alegres chicos del PP, ahora que han vuelto a adquirir su perdida combatividad tras la victoria del emperador tejano, habría que aconsejarles que entre brindis y brindis aprovecharan este momento de júbilo con algún fin práctico. Por ejemplo, que hablaran con su recién electo presidente (bueno, de los Estados Unidos, pero como ellos los coleccionan, uno más no importa. Además, sería el de verdad, por encima del vitalicio, el honorario y el de los recados)  y le pidieran ayuda para evitar que les crezcan los enanos en otro de los circos abiertos.

Ahora es en la Diputación de Almería, y lo de Galicia lo han cerrado a la soviética, o sea, echándole un manto por encima, pero el grano sigue allí, madurando. Igual que en Madrid. Es solo cuestión de tiempo y por eso no les vendría mal una ayudita del verdadero jefe, el único, el que manda. Porque Aznar será su profeta, pero el mandón es Bush. ¿Será porque no hablan correctamente inglés? No lo creo, ahí está Esperanza Aguirre, cabo furriel o comandante (nunca me aclaro con los grados militares) de la Orden del Imperio Británico, para hacerle llegar la petición.

A lo mejor me estoy apresurando y tienen pensado hacerlo cuando terminen con la última botella de cava, esa que seguramente descorcharán cuando tome posesión el nuevo gabinete, centrado, laico y democrático, como les gusta a ellos y a los neocon norteamericanos. Pero como los consejos son gratis y en mi situación económica es lo único que les puedo dar (bueno, también tengo el voto, pero antes me corto una mano), ahí les va.

Últimamente me caen bien. Con eso del nuevo talante y la cara de niño bueno de Zapatero como que me estaban bajando las defensas. Pero desde que Rajoy estrena maneras de machote, soltando insultos cada vez que le ponen un micrófono delante, vuelvo a sentirme alegre. Arriba, Mariano, que eso de tener que callar cada vez que los tuyos arman una gresca por un quítame allá ese cargo de secretario general no te quedaba bien. El habano y el coñac son atributos definitorios, sobre todo cuando se acompañan con la prensa deportiva como único alimento  para el espíritu. De ahí sale algo grande, digamos que un camionero de película americana, y me alegra que el señor Rajoy haya comprendido cuál es su misión en esta vida.

Además, el trío Rajoy-Acebes-Zaplana –si andan buscando nombre artístico, ahí les recomiendo uno, según lo que se estila en ese ambiente: “Los Eructos Biliosos”- me está haciendo reconciliarme con la socialdemocracia ibérica, tan descafeinadita ella, y con sus dirigentes. Porque alguien que tenga como enemigos a la jerarquía católica, el gobierno de Bush y los jueces de la derecha tiene necesariamente que ser una buena persona. Si además hereda la feroz hostilidad de los fundamentalistas islámicos y ETA, es el no va más. Y si suma a esas huestes las de los que sufren cada vez que se retira una estatua del Generalísimo, es como el elegido de la guerra de las galaxias y dan ganas de gritarle: “que la fuerza te acompañe”.

Y no me importa que meta la pata alguna vez, que tenga ministros con vocación de sacristanes, que la gente de su equipo anuncie en voz alta planes que ni siquiera parecen haber discutido con sus asesores, que algunos de sus correligionarios que ocupan presidencias autonómicas hagan todo lo posible por complicarle su labor de gobierno, o que los dinosaurios de su partido le pongan minas en el camino, en forma de peticiones de indulto a policías corruptos.

Sí, debe de ser una magnífica persona si en apenas seis meses hace regresar a las tropas de una guerra absurda, injusta e innecesaria, aprueba leyes para poner coto a la violencia contra las mujeres, exhorta a los medios televisivos a no seguir emporcando la conciencia de los niños, establece la igualdad de todos los ciudadanos para casarse y adoptar con independencia de sus opciones sexuales y facilita los trámites de divorcio.

Y si todavía, a pesar de todas las piedras en el camino, la gente no ha dejado de apreciarlo de forma mayoritaria y sigue mostrando esa sonrisa que tanto mal le hace a don Mariano, ya no me cabe duda: Zapatero es un político respetable que vale realmente la pena.