Un mundo más seguro
Parafraseando a Norman Mailer, en los Estados Unidos han sido electos presidentes tontos pero buenos, y malvados pero inteligentes. El caso del Buchito es quizá el primero donde accede al Despacho Oval un tonto malvado.
Un mundo más seguro
Publicado originalmente en La Voz de Asturias el 01 de septiembre de 2004
Reunidos en la ciudad más liberal, cosmopolita y contestataria de los Estados Unidos, los delegados de eso que tradicionalmente se denomina “el Gran Partido Antiguo” o GOP en inglés (por Great Old Party), designan como candidatos a dirigir el imperio, y por consiguiente el mundo, a los inefables George W. Bush y Dick Cheney, los representantes de las petroleras y el capital especulativo, que otra cosa no son por mucho que los exégetas de la democracia representativa a la gringa quieran teorizar.
Durante el primer año del desgobierno republicano, un escritor norteamericano (creo que fue Norman Mailer, pero no puedo asegurarlo) hizo la siguiente advertencia (cita más o menos literal): en los Estados Unidos han sido electos presidentes tontos pero buenos, y malvados pero inteligentes. El caso del Buchito es quizá el primero donde accede al Despacho Oval un tonto malvado. Y seguía la advertencia: las vamos a pasar canutas con este señor en la Casa Blanca.
Pero, muy a mi pesar, parece que tendremos otra dosis de Bush, esta vez hasta el 2008. El adversario, John Kerry, no acaba de resultar aceptable para nadie. Guerrero antibelicista, millonario populista, congresista que se ha cansado de votar a dos manos, una a favor y la otra en contra, no logra reunir las esperanzas de los numerosos norteamericanos que quieren quitarse de encima a la banda de cristianos renacidos y ladrones fascistoides que rigen los destinos de su nación y, por extensión, del mundo. Eso sin contar con las actitudes de vedette anciana de Ralph Nader, que con su terco deseo de protagonismo arrancará unos cientos de miles de votos a los demócratas como hace cuatro años.
Miserias de la democracia representativa: no se vota ya por un candidato, sino en contra de otro. Eso lo sabemos bien en España, donde los votos del 14-M iban más contra el del bigotito a lo Schickelgruber y sus huestes peperas que a favor de Zapatero. Por suerte, la jugada nos ha salido todo lo bien que se podía esperar (que, lamento decir, no es tanto como quisiéramos), y al menos las tropas regresaron de Irak, las garras de ese aparato de poder disfrazado de espiritualidad que se denomina Iglesia Católica han sido apartadas momentáneamente de las escuelas y los ciudadanos de opciones sexuales diferentes a la que se dice más generalizada al parecer podrán celebrar sus uniones de la manera más oficial posible.
En estos cuatro años, el mundo se ha vuelto un desastre total. El terrorismo reina por doquier, desde el Medio Oriente hasta Moscú, desde Madrid hasta Bali. Las víctimas civiles proceden de cualquier parte, desde Nepal hasta Francia, desde Rumanía hasta Filipinas. Los cincuenta millones de seres humanos que ahora “gozan de libertad”, según recientes declaraciones de Laura Bush –pobrecita, qué se podía esperar de alguien que duerme con el Buchito desde hace tantos años-, siguen inmersos en un horror interminable, desangrándose en una guerra que les ofrece más o menos las mismas posibilidades de futuro que sus antiguos dictadores, talibanes o baazistas.
Los frenos morales, las limitaciones éticas a la hora del combate, no existen. Todas las partes implicadas en los conflictos vigentes –más numerosos y sangrientos que hace cinco años-, aplican uno u otro tipo de terrorismo. Los niños son considerados, explícita o tácitamente, objetivos de guerra a eliminar, tanto cuando Israel lanza cohetes contra un edificio de viviendas en Gaza como cuando los guerrilleros chechenos quieren dar un golpe de efecto o los suicidas de Hamás se vengan de los israelíes. Y por supuesto, esas mismas consideraciones valen para las tropas federales rusas en Chechenia, para la narcoguerrilla o los paramilitares colombianos, para los cárteles de la droga en México, para la guerrilla maoísta en Nepal o para la aviación norteamericana que bombardea barrios civiles en Irak o celebraciones festivas en Afganistán.
Si ese es el mundo más seguro que nos iban a regalar George W, Josemari Matamoros o Tony “Sonrisitas” Blair, no logro imaginar cómo será un mundo inseguro. Ni quiero. Pero a la vista de que el probable triunfo de las fuerzas neoconservadoras más oscuras y retrogradas en Estados Unidos -¡cuánto quisiera equivocarme!- nos aseguran otros cuatro años de sangre, masacres, rehenes, degollinas, bombardeos y otros logros democrático-globalizados por el estilo, no estaría mal que los ayuntamientos entregaran a cada ciudadano un balde lleno de arena y un folleto sobre las legendarias costumbres del avestruz. Al menos, así no nos enteraremos de que nuestras barbas han comenzado a arder.